viernes, 9 de septiembre de 2022
Fotos de atletismo. 13299. Recuerdos año 2008. 40 ANIVERSARIO DEL SALTO DE FOSBURY: La revolución viene de espaldas. En México, los espectadores se ríen cuando observan su primer intento
domingo, 3 de agosto de 2008
1284. "Superar el cáncer ha sido el salto más duro". Dick Fosbury (Portland, 6 de marzo de 1947) sorprendió al mundo en México 1968. Ganó la prueba...
Dick Fosbury
Dick Fosbury saltando 2,24 en México
Dick Fosbury (Portland, 6 de marzo de 1947) sorprendió al mundo en México 1968. Ganó en la prueba de altura con un salto de espaldas en lugar de hacer el tradicional rodillo. El 'Fosbury Flop' cumple 40 años.
En marzo los veía como algo imposible, inalcanzable. En mayo, como una ilusión. Por fin los Juegos están aquí y puede disfrutar de ellos.
Usted lo ha dicho. Los últimos meses han sido muy complicados, los más duros de toda mi vida. Afortunadamente todo ha salido bien y, aunque lentamente, voy recuperando la normalidad. Soy optimista.
Volvamos a marzo. Le diagnostican un cáncer vertebral.
Fue un golpe severo, algo para lo que no tienes capacidad de reacción.
Le operaron en abril y le extirparon el tumor. Y se inició una rehabilitación que exige una gran fuerza de voluntad.
Perdí mucha movilidad. Una mañana, al despertarme, apenas podía mantenerme en pie. Me asusté muchísimo. Los doctores me ayudaron.
¿El mayor salto de su vida?
El más duro, sin duda. Me considero afortunado por haber tenido junto a mí a unos médicos tan maravillosos y a tanta gente que me quiere. La quimioterapia surtió efecto y en las últimas semanas he recuperado el ánimo. Y eso me permite mirar el futuro con optimismo.
Pues yo le quería hablar del pasado
Diga, diga.
Se cumplen 40 años del Fosbury Flop, el salto con el que usted revolucionó la prueba de altura en México. Felicidades.
Muchas gracias. Ese salto me ha acompañado durante toda mi vida.
¿Cuándo nació? Me refiero al salto.
En mi etapa de high school (instituto), en Medford. Fue en 1963, cuando yo tenía 16 años. No mejoraba mis marcas, así que decidí perfeccionar el salto de espaldas. La gente me decía que era imposible que con el cambio de estilo fuera a mejorar mis resultados. Cuando me gradué en 1965 ya lo dominaba. Y me sentía cada vez más cómodo.
Allí, en el D.F., esa capital federal convulsionada por los muertos en la Masacre de Tlatelolco, sufrió otro susto pocos días antes de la prueba.
Me resbalé, me caí y me hice mucho daño en el talón. Me dolía muchísimo y no llegué a la competición recuperado. Pero me sobrepuse; no quedaba otra, se trataba de unos Juegos y había que saltar incluso cojo.
¿Qué recuerda de aquel día tan especial?
Que fui muy regular y que salté a la primera todas las alturas hasta llegar a 2,22. En 2,24, que suponía mi récord personal, fallé los dos primeros intentos, pero en el tercero superé el listón y gané.
Provocando un sonoro "¡olé!" en la grada.
Sí, la gente estaba eufórica, se puso como loca.
Hubo quien se preguntaba si saltar así era legal.
Los jueces no, porque aunque no estaban acostumbrados a ese estilo, conocían el reglamento.
Algo que no venía mal, pues aquellos fueron unos Juegos con un marcado ingrediente político. Los disturbios en las calles de México (con centenares de muertos) en los días previos o la reivindicación racial de sus compatriotas John Carlos y Tommie Smith al recibir sus medallas en el podio.
Sí, aunque en aquellos días apenas salía en la prensa lo que estaba pasando. No había informaciones sobre las protestas, los muertos Silencio total. No teníamos miedo porque no sabíamos qué estaba ocurriendo. Fueron unos Juegos en los que se pedía que el mundo cambiara.
¿Y ha cambiado?
Sigue igual en muchos aspectos. No estamos como en el 68, eso es cierto, pero hay que seguir luchando para que las cosas mejoren. Y los estudiantes son buenos aliados.
El deporte sí ha cambiado, ahí están las marcas estratosféricas y demás logros. Pero también hay pasos de cangrejo: en México 68 se registró el primer caso de dopaje, el del pentatleta sueco Hans-Gunnar Lilijenwall. En Pekín el COI teme que aumente el número de positivos de Atenas 2004.
Es preocupante, pero la creación de la Agencia Mundial contra el Dopaje fue un invento maravilloso. Había que cortar por lo sano, perseguir a los tramposos. Estamos en el camino, aunque queda mucho por delante. Son los propios deportistas los que deben hacer hincapié en acabar con esa lacra. Ellos deben denunciar a quienes traicionan al deporte, promover el fair play. Tenemos que dejar claro que quien la hace, la paga, que los tramposos no tienen cabida en el deporte.
Nosotros, los españoles, venimos de ganar el Tour de Francia con Carlos Sastre, el Giro con Alberto Contador, la Eurocopa con la Selección de fútbol, y Roland Garros y Wimbledon con Rafa Nadal, pero tenemos complicado entrar en la lucha por las medallas en altura. ¿No podría usted inventarse un salto que nos diera centímetros extra?
¡Me temo que no! (Risas). Su deporte va de maravilla. Debería sentirse orgulloso de él. Lo de Nadal, por ejemplo, es extraordinario y un buen ejemplo de la buena salud de la que goza el deporte español. En Pekín les irá de maravilla. Seguro que disfrutan.
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