lunes, 4 de abril de 2011

8490. Juan Carlos Peñas Manrique, de la Escuela de Charangas de Vallecas, estuvo en el Primer Encuentro de Músicos de Calle en Madrid, en protesta por la ordenanza del Ayuntamiento

Juan Carlos de La Vallecana
Foto: Blas





Un músico puede estar bajo su ventana tocando con una trompeta la misma melodía durante 14 horas, pero que no se le ocurra agarrar un triángulo. Está prohibido. La ordenanza contra el ruido aprobada el pasado 25 de febrero en el pleno del Ayuntamiento de Madrid -con los votos en contra de PSOE e IU- veta aquellas actuaciones musicales en la calle en las que se usen instrumentos de percusión o amplificadores. Algo así como trombón sí, maracas no.
Para tres de las principales asociaciones de músicos de la calle de la ciudad la norma es un sinsentido. Juntas bajo la plataforma Músicos Unidos de Madrid mostraron ayer su desacuerdo como mejor saben hacer. Unos 150 músicos, charangas, batukadas, rock, blues, jazz y, por supuesto, autorización municipal. El parque de El Retiro se llenó de música durante toda la mañana. "Me he puesto a llorar de la emoción al ver a siete charangas seguidas haciendo un pasacalles y con toda la gente alrededor", confesaba aún emocionado por teléfono Pablo García, que toca el flautín en la Escuela de Charangas de Vallecas.
Es que la calle tiene algo que no se encuentra en ninguna sala de conciertos. En eso coinciden todos. Espontaneidad, inmediatez, cercanía. Pía Tedesco, de 35 años, lleva 10 en España pero el gusanillo de la calle no le picó hasta su estancia en Berlín hace ahora un año. Hasta entonces solo había trabajado como actriz y cantante en musicales y salas cerradas. La experiencia berlinesa le gustó y cuando volvió a Madrid se lanzó al asfalto con su ukelele. Ahora suele pasar los domingos en los alrededores de El Rastro. "A quien te escucha no le interesa nada, por eso obtienes la respuesta fresca de lo que siente", explica horas después del encuentro pero aún el El Retiro, donde un pequeño grupo de músicos seguía a última hora de la tarde con lo suyo. Violines y guitarras, claro, la hora del tambor ya había expirado.
Los representantes de la plataforma expondrán, en principio, la próxima semana, sus reivindicaciones en una reunión con la concejal de Medio Ambiente, Ana Botella. Consideran que la ordenanza actual es injusta y que ni siquiera responde a las demandas de los vecinos del distrito de Centro, que en su momento exigieron la regularización de los músicos de la calle.
Los artistas están a la espera de la repuesta de Botella y de los movimientos del Ayuntamiento. Si tienen en cuenta sus peticiones seguirán con la fiesta, si no hay cambios empezarán las protestas. Para Pablo García no hay excusa posible: "No hay ninguna ciudad europea en la que esté prohibido tocar en la calle".


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