lunes, 28 de diciembre de 2009

5519. LITER-a-TULIA. Mal de Piedras de Milena Agus. Comentario de Gustavo Dessal



Comentario de Gustavo Dessal:

Para mi gusto hay algo poco creíble en el libro de Milena Agus. Comencé a darme cuenta a partir del momento en que la autora declina ese rosario de fantasmas sexuales. En la coherencia semántica del personaje eso no cuadra. Se puede decir que no es una loca en el sentido clínico del término, si adoptásemos ese punto de vista para trabajar la novela.
Pero el tema de lo femenino me parece apasionante, la locura de la feminidad, esa locura que desde los tiempos más remotos de la humanidad se asocia a la potencia de lo femenino. El primer contacto que tuve con esta cuestión fue Dostoievski con una novelita muy pequeña que se llama Nietoschka Nezvanova que está escrita en primera persona y que relata la historia de una mujer. Leí esa obra cuando yo tenía dieciséis o diecisiete años, y me pregunté entonces qué es lo que uno tenía que hacer, qué experiencia de vida había que tener para poder llegar a conocer la mentalidad, los sentimientos de una mujer, para ser capaz de escribir una cosa así. Porque no terminaba de comprender si era suficiente con el genio literario para poder llegar a eso. Y efectivamente, yo comparto una cuestión que me parece cierta. Por supuesto, no voy a establecer una definición acerca de si los hombres escriben o no mejor que las mujeres, lo que sí me parece pertinente es preguntar por qué los autores hombres, cuando se trata de la temática de lo femenino, trasmiten algo mucho más verdadero que cuando son las mujeres las que escriben sobre ese mismo tema, salvo casos excepcionales y grandiosos como Marguerite Duras, que es una de las grandes plumas femeninas capaz de tocar la temática de la feminidad sin caer en esta acumulación de tópicos sobre lo femenino, como muchas autoras que desgranan la clásica serie de lo ilimitado, la pasión, el otro hombre, etc. Coetze, por ejemplo, es un autor que ha escrito sobre lo femenino de un modo impresionante, por ejemplo en sus novelas La edad de hierro y En medio de ninguna parte; es algo absolutamente sublime, cómo un hombre que, por lo poco que sabemos de Coetze, es una especie de ermitaño, puede llegar de esa manera a captar lo imposible de decir sobre la femineidad. Es una sabiduría que no proviene de la experiencia, quiero decir del hecho de conocer a muchas mujeres. Este punto, que sólo puedo enunciar, me parece un tema apasionante: cómo algunos hombres escritores, cuando se ponen a la tarea de escribir sobre lo femenino, pueden alcanzar una aproximación a una verdad, que las mujeres, salvo casos excepcionales (y, recalco, sobre este tema) no llegan a tocar.

Publicado por Miguel Ángel Alonso


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