martes, 13 de enero de 2009

2680. Gaza, el horror aprendido. ¿Qué creen que harán los cientos de huérfanos palestinos de estos días cuando lleguen a la adolescencia?


Sigmund Freud

ALFONSO CALLEJO

Los hombres no son amables ni criaturas amistosas propensas al amor, que simplemente se defienden si se las ataca; por el contrario, debemos reconocer una gran porción de deseo de agresión como parte de su dotación instintiva». Al final va a tener razón Sigmund Freud, que dijo esto hace ya mucho tiempo y para él, este instinto agresivo, si no se permite liberar en las personas, se acumula y desborda en inesperada violencia tanto en los individuos como en los grupos humanos. De la misma opinión era Konrand Lorenz, uno de los padres de la etología, para quien las personas nacen con instintos agresivos igual que los animales. Lamentablemente y aunque parezca un contrasentido, el raciocinio humano no ha conseguido aplacar sus instintos, siendo precisamente la causa de que el hombre se haya convertido en la bestia con mayor poder de destrucción desde la invención de las armas.

A veces la explicación de los acontecimientos se encuentra implícita en teorías simples y no adulteradas, dictadas en épocas ajenas a las complicaciones del presente. Por muchas vueltas e interpretaciones que queramos incorporar, es algo de esto lo que estamos viendo en Gaza. ¿Los israelíes están masacrando a los palestinos para sobrevivir, defender su territorio o proteger a sus crías? Por desgracia, el odio no se hereda, pero sí se aprende. La vieja dicotomía de herencia y ambiente han conseguido en Oriente Medio una mezcla explosiva, y nunca mejor dicho. En el género humano hay algo mucho más perverso que no se manifiesta en reino animal: el deseo ferviente de venganza y aniquilación, que en el caso de los judíos tiene, además, una inquietante raíz filogenética: una vez fueron ellos las víctimas y no lo han olvidado porque los pueblos tienen memoria. En esta zona geográfica asistimos a un ejemplo permanente de violencia aprendida. Los israelíes y más los palestinos de hoy han crecido aprendiendo a matar porque es lo que han visto hacer desde que nacieron. Volvemos de nuevo a la psicología y a la etología primitivas para constatar que la conducta agresiva, además de tener un componente genético, se aprende por observación e imitación, componiendo un fenómeno mortífero que no tiene fin, porque ¿qué creen que harán los cientos de huérfanos palestinos de estos días cuando lleguen a la adolescencia? Seguro que no se van a estudiar Económicas a París.

Fuente: hoy.es

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2 comentarios:

  1. Anónimo1/16/2009

    Israel tiene planificado que ningún niño palestino llegue a la adolescencia. Por éso los mata en la cuna. ¡Ah! y Sigmund era judío; no sé que diría de la masacre y limpieza étnica que están haciendo los suyos en el siglo XXI; pero a lo mejor tenía un trauma para justificarlo, que todo puede ser. Un saludo.

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  2. No puedo entender que alguien quiera matar niños; ni tampoco que se pueda justificar el asesinato.
    La guerra no debería existir. ¿Es tan difícil que nos entendamos hablando?
    Un saludo.

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