miércoles, 28 de mayo de 2008

273. Hans Christian Andersen fue a visitar a Charles Dickens, y se quedó más de la cuenta.


Hans Christian Andersen (izq.) y Charles Dickens (decha.)

El autor de 'El patito feo', invitado para unos días, pasó cinco semanas en casa del novelista inglés.

Nada hay más desagradable que un huésped que se presenta en casa con el compromiso de quedarse sólo unos días y a quien no hay manera de echar luego, como pudo comprobar el novelista inglés Charles Dickens con un famoso colega. Dickens recibió en el verano de 1857 la visita del danés Hans Christian Andersen, autor de cuentos como El Patito Feo o La sirenita, que se había proclamado admirador del novelista victoriao.

Antes del viaje, Andersen escribió a Dickens una carta en la que le aseguraba que no le molestaría demasiado, pero Dickens iba a lamentar el haber invitado a su colega, según recuerda hoy el diario británico The Times. Andersen se quedó cinco semanas en casa de los Dickens pese a que, al cabo de algún tiempo, el autor de David Copperfield le hizo signos, tal vez demasiado sutiles para el danés, de que se había extralimitado.

La hija de Dickens, harta de la presencia del danés, le puso como apodo el de "huesudo aburrido" en referencia a la extrema delgadez del famoso escritor de cuentos de hadas. Andersen visitó Inglaterra por primera vez en junio de 1847 como invitado de la condesa de Blessington, que solía reunir en su casa a la flor y nata de la intelectualidad europea.

En una de esas reuniones, Andersen le fue presentado a Dickens, a quien adoraba. El novelista victoriano, que a su vez admiraba a su colega danés, fue a verle a casa de Blessington al mes siguiente y al descubrir que no estaba, le dejó un paquete con doce ejemplares dedicados de sus libros. El libro, que lleva la dedicatoria en tinta:"A Hans Christian Andersen, de su amigo y admirador, Charles Dickens, Londres, julio de 1847", propiedad de un anticuario californiano, se vende en la próxima Feria de Libros Antiguos de Olympia, en Londres.

A raíz de aquel regalo iba a desarrollarse una cordial correspondencia entre ambos escritores que desembocaría diez años más tarde en la invitación de Dickens a Anderson para que se quedara en su casa dos semanas, invitación de la que el inglés iba a arrepentirse.

Fuente: el país.com

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