miércoles, 13 de febrero de 2008

26. No llegaba a tiempo de atender a sus diez hijos varones

Mi padre vino al mundo a las 22 horas del día 7 de agosto del año 1916.

Nacido de una familia acomodada, trabajadores del campo, pero siempre en lo suyo. Tuvo nueve hermanos. Inició sus primeros pasos ayudando a mi abuela muchos ratos, en sus trabajos cotidianos, ya que ella estaba sola. A mi abuela Serafina el trabajo se le acumulaba y no llegaba a tiempo de atender a sus diez hijos varones.

Le traía agua de la fuente, que estaba en la plaza del pueblo -Fuente Álamo-, o bien con un cántaro a cuestas, o con algún animal de los que siempre tenían en casa.

Otras veces tenía en sus brazos a alguno de sus hermanos más pequeños, y les dormía cantándoles en la mecedora. En ratos perdidos le hacía a mamá un buen papel, ya que ella no podía con tanta carga.

Recuerda que muchas veces ella decía: si mi Pepe hubiese sido una chica, otra cosa sería.

Le sacaba agua del pozo, le metía a la casa la leña del corral, le buscaba los huevos del gallinero o de la pajera, en una palabra, le ayudaba a todos los trabajos de la casa, a pesar de que ella siempre tuvo alguna chica de fuera ayudándole.

El ser humano tiene una gran capacidad de adaptación, una extraordinaria resistencia para conseguir convertir en cotidianas las dificultades más extremas.

Cuenta mi padre en sus memorias, una realidad concreta, a través de un lenguaje claro y conciso, que creo resulta muy fácil de entender. Centra sus relatos con la visión de una persona con una vida corriente y rural. Hace uso del habla de la gente, del lenguaje de su pueblo y de las palabras que escuchaba. Narra una gran variedad de situaciones…

…Dice, cuando llegaban las fiestas, mi madre, siempre me daba algunos céntimos, yo iba a casa de Gonzalo y le compraba algún dulce, pastillas igual que las gominolas, que por cinco céntimos te daban un puñado de ellas, o un papelón grande de cacahuetes (en el pueblo se decía alcahuetes).

Otras veces iba a casa de Trocimo o de Jesusillo que tenían la tienda en la calle Mayor, donde vivíamos nosotros. Yo era un buen cliente de ellos…

…Vida honesta y ordenada

usar de pocos remedios

y poner todos los medios

de no apurarse por nada…

1 comentario:

  1. Anónimo2/16/2008

    Diez hijos varones, se nota que son historias del siglo pasado…y con lo que debían de comer. Ahora es impensable que se pueda tener esa plebe de cachorros. Saludos.

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